Marzo 2008
Luis Blanco Crespo
Permítanme
parafrasear a Marx y a Engels en su Manifiesto Comunista y transportar dicha
realidad histórica a la actualidad. Podemos afirmar: “Un fantasma recorre
América, Asia y África: El fantasma del
Socialismo”
Actualmente se evidencia un
despertar de los pueblos para alcanzar su independencia; al desaparecer la URSS
y el Campo Socialista, quedaron prácticamente aisladas tres repúblicas
socialistas: Cuba, Vietnam y Corea del Norte. Pero desde hace algunos años se
empezó a percibir la consolidación de algunas revoluciones populares: Libia con
Gadafi, Siria con Al-Assad, Bielorrusia con Lukashenko, y también el nacimiento
de otras revoluciones: Venezuela con Chávez, Bolivia con Evo, Ecuador con
Correa, Nicaragua con Ortega… que caminan juntas en un mismo sendero: el
Socialismo del Siglo XXI.
¿Cómo debe ser este Socialismo?
Bolívar, en 1819 (cuando aún no existía la tesis del socialismo), en su famoso
Discurso de Angostura nos da de forma sintetizada la respuesta: “El sistema de
gobierno más perfecto es aquel que produce la mayor suma de felicidad posible,
la mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política”.
En el siglo XIX se estableció la
base teórica de lo que en el s. XX fue conocido como el socialismo real. Las
naciones socialistas de Europa, principalmente la URSS hicieron mucho por las
naciones del llamado “Tercer Mundo”, pero pudieron hacer más. Ciertamente que
luego de la muerte de Stalin, más aún, luego de la ascensión al poder de
Brezhnev y Gorbachov, el socialismo europeo se interesó más en competir con los
Estados Unidos, en vez de apoyar a las revoluciones que empezaban a tener
fuerza en el mundo, ejemplo: la falta de apoyo a la Revolución Sandinista en la
década del 80.
Vale la pena recordar que el
socialismo del s. XX fue producto de una gran revolución civil (en la URSS) y
producto del fin de la Segunda Guerra Mundial (en el resto de la Europa
Socialista), eso en gran medida nos diferencia de Europa. Aquí en América las revoluciones han tenido
diversos orígenes pero apuntan hacia una misma objetivo: el socialismo. Cuba
construyó su socialismo partiendo de la lucha guerrillera y apoyada fielmente
por el pueblo durante muchos procesos electorales. Igualmente por la vía
electoral y “pacífica” se han consolidado la Revolución Bolivariana de
Venezuela, La Revolución Boliviana y la Revolución en Ecuador.
Recordamos lo que Fidel pronunció el
16 de abril de 1961: “eso es lo que no pueden perdonarnos (los imperialistas)
que estemos ahí en sus narices ¡Y que hayamos hecho una revolución socialista
en las propias narices de los Estados Unidos!”. Una reflexión excelente que nos
da la medida de cómo el imperialismo no perdona a los pueblos que tanto ayer
como hoy están luchando por la construcción de su sociedad socialista. De esto se
trata el derecho, la autodeterminación de los pueblos de construir el modelo de
sociedad que más deseen. Por supuesto los yanquis no se quedan con los brazos
cruzados, intentan detener la marcha de la historia y una y otra vez son
derrotados: invasión a Girón en Cuba, golpe de estado y sabotaje petrolero en
Venezuela, sabotaje y movimientos autonomistas y separatistas en Bolivia,
guerra sucia contra la Revolución Sandinista, la guerra de Vietnam y presiones
contra Corea del Norte, Guerra de Irak, presiones sobre Irán. Ataque contra
Angola ¡Viva Neto!, ataque contra Guinea Bissau y Cabo Verde ¡Viva Cabral!,
invasión al Congo ¡Viva Lumumba!, en fin son innumerables los ataques
imperialistas contra los pueblos que luchan por su liberación. Como dijo el Che
en la ONU “Esta gran humanidad ha dicho ¡basta! Y ha echado a andar y su marcha
de gigantes no se detendrá hasta conquistar su verdadera e irrenunciable
independencia”.
También recordamos a Bolívar cuando
decía: “la excelencia de un gobierno no consiste en su teoría, en su forma, ni
en su mecanismo, sino en ser apropiado a la naturaleza y al carácter de la
nación para quien se instruye”. Por lo tanto, estamos claros que nuestro
socialismo del s.XXI debe estar cimentado sobre las bases del marxismo – leninismo,
pero, en diferencia con Europa, nosotros somos producto del mestizaje. Debido a
esto debemos incluir en nuestras teorías socialistas nuestras ideas autóctonas
y originarias, rescatar las historia de los incas, de los mayas, de los aztecas;
en fin, donde incluyamos a todos y no exista discriminación por raza ni sexo. El
papel de la mujer en la construcción de esta nueva sociedad es muy importante,
debemos también reconocer la labor heroica y los sacrificios que tantas mujeres
han realizado a lo largo de nuestra historia, recordar a la Anacaona, a la
negra Carlota, a las negras Hipólita y Matea, a Manuela Sáenz ¿Acaso Estados
Unidos puede afirmar que en su sociedad existe igualdad de género? ¡Claro que
no!
A mi juicio, uno de los proyectos
del Socialismo del Siglo XXI debe ser la unión de las repúblicas
latinoamericanas y crear una Confederación Latinoamericana de Estados
Socialistas (CLES), y esa es una palabra que muchos temen: UNIÓN, ¡no le
temamos y juntémonos en un solo bloque!
Para concluir quiero mencionar esta
frase profética que más temprano que tarde se cumplirá, decía nuestro
Libertador Simón Bolívar:
“La América así unida (agrego,
en Estados Socialistas) será la reina de
las naciones y madre de las repúblicas.”
¡Hasta la victoria
siempre!