22 de abril de 2013
El
14 de abril de 2013 marca el inicio de una nueva etapa de la
Revolución Bolivariana. Muchos hubiésemos deseado desde lo más
profundo de nuestro ser que el proceso de construcción y
consolidación del socialismo fuese realizado bajo la conducción
directa de nuestro Comandante Supremo Hugo Rafael Chávez Frías.
Lamentablemente por razones de la vida no pudo ser de esta forma, aún
así esta labor titánica corresponderá al camarada Nicolás Maduro
fiel seguidor del Comandante Supremo, bajo las banderas infalibles de
Bolívar y Chávez.
En
esta nueva etapa es indispensable un exhaustivo proceso de
rectificación de errores en todos los sentidos y en todos los
ámbitos: desde arriba hacia abajo; hay que ser autocrítico. El
Comandante Chávez luego del aplastante triunfo del 7 de octubre hizo
un llamado a la eficiencia o nada el cual no puede considerarse una
mera consigna coyuntural ni nada por el estilo. La Eficiencia o Nada
así como las 3 R al cuadrado marcan el camino que debemos transitar
para consolidar la Revolución y construir el socialismo de manera
satisfactoria.
El
Gran Polo Patriótico debe erguirse como un bastión y vanguardia de
la clase obrera y campesina organizada, en las fábricas, en los
campos y universidades. La labor del partido en cada espacio es vital
para transformar la conciencia popular, destruir viejos vicios y
construir una nueva y verdadera ética socialista, es decir,
humanista, solidaria e internacionalista. El Comandante Chávez nos
alertó sobre la amenaza de convertir la labor del partido en un
asunto meramente electoral:
“Nosotros
no podemos dejarnos llevar por el “electorerismo”, si es que esa
palabra fuera válida, y terminar siendo un partido electorero;
¡cuidado! O un dirigente electorero o un presidente electorero o un
gobernador electorero. Eso no es parte del camino, no es la esencia
del camino; sin embargo, es un factor de suma importancia
estratégica, por cuanto nosotros estamos obligados a ganar
elecciones tras elecciones para garantizar la continuidad y la
profundización de la Revolución Bolivariana.
Estamos
obligados a no olvidar ese factor, y ésa es una de las cosas que nos
está ocurriendo: estamos como acostumbrándonos y si así fuera,
vamos a empezar a desacostumbrarnos ya. Recordamos que hay elecciones
cuando las tenemos ya encima y, a veces, queremos hacer cosas a
última hora.”
Revisar,
rectificar y reimpulsar es el deber de todos los revolucionarios no
importa el puesto ni cargo que ocupemos. Es nuestro deber supremo
para construir el socialismo. La corrupción y el burocratismo son
traición a la patria, a la Revolución y a la memoria del Comandante
Supremo, y a estos vicios hay que combatirlos en todos los espacios,
con discusiones desde las bases, con participación y empoderamiento
popular. Es menester lograr una cohesión y sentido de pertenencia
del pueblo hacia las instituciones del Estado, ésto sólo se logrará
en la medida que desarrollemos la conciencia política de cada
ciudadano y ciudadana de la nación. Otra vez Chávez nos habla desde
las profundidades del tiempo:
“Nosotros
estamos obligados a fundirnos con ellos, en su esperanza.
Si
no lo hiciéramos, estaríamos traicionando esa esperanza y
apuñaleando al futuro, además. Igual pasa, como dice Iturriza, la
Revolución le dio voz a los que nunca la tuvieron, pero ¿qué es
malo que puede pasar si esos y esas amados compatriota del pueblo más
pobre, más necesitados, que ahora sienten que tienen voz, lanzan su
grito, lanza su llamado y se pierde en la distancia? ¿Qué pasa si
nosotros ahora no los oímos, esas voces, o nos entran por aquí y
nos salen por aquí?
Ayer
yo oí a Lula hablando por no se dónde y dije: tienes razón,
compañero; dijo Lula: “Al pueblo hay que oírlo no sólo con los
oídos, hay que oírlos con el corazón”.
La
labor de construcción del socialismo es complejo, no existe ninguna
receta acabada de como llevarlo a cabo. Sin embargo, hay muchas
experiencias, teorías y coyunturas históricas y geopolíticas que
nos permitirán ir consolidando el trabajo en ese sentido y lograr
una posición irreversible en la fase de transición del capitalismo
al socialismo. Estoy convencido que en esta nueva etapa, cumpliendo
el testamento político del Comandante Chávez: el Plan de la Patria
2013-2019 daremos pasos gigantescos para construir la patria bonita,
próspera que soñaron Bolívar y Chávez.
Toda
Revolución cuando es verdadera es atacada por el látigo de la
contrarrevolución. Hay que estar alertas ante cualquier amenaza al
hilo constitucional y cualquier intento de desestabilización de la
República. La derecha aún no cesa en sus intenciones de adueñarse
del poder por la vía violenta. Les podemos asegurar que no
permitiremos que se repetirán los días oscuros y trágicos del año
2002. ¡Mano dura contra quienes promuevan actos de violencia!
Es
necesario reconocer también que hay muchos compatriotas a los que
hay que captar para la construcción de la patria nueva. ¡Recuperar,
repolarizar, repolitizar es la consigna! Ésto se logrará sólo con
el ejemplo revolucionario, el trabajo eficiente, en las comunidades y
logrando que el pueblo participe activamente en la solución de los
problemas que lo afectan a diario. Chávez siempre fue enfático en
este aspecto: “Eso
no significa que vamos a convertirnos en el
polo sectario; no significa lo que alguien me dijo por allí.
“Presidente, pero es que nosotros hace tiempo que no tenemos
políticas hacia la clase media”, por ejemplo, “pareciera que le
regalamos la clase media al enemigo”.
He
allí una reflexión que tenemos que hacer: la clase media no es
enemiga de la Revolución, no podemos declararla enemiga, ni echarla
pa’ allá y decir aquí estamos nosotros, ¡irreductibles!”
El
deber de todo revolucionario es hacer revolución, el deber de todo
revolucionario es combatir el burocratismo y la corrupción venga de
donde venga. Cumplir cabalmente lo que nos orientó nuestro
Comandante Supremo para construir el socialismo es la palabra de
orden:
“Una
Revolución tiene que aprender a recoger la basura... Una Revolución
tiene que aprender a tapar los huecos de las calles; una Revolución
tiene que atender las necesidades más pequeñas de la gente.
No
se puede quedar sólo en el discurso radical de las barricadas,
compañeros y compañeras.
Una
Revolución tiene que aferrarse a los pobres, a los más necesitados,
a su drama, a su dolor, a su amor y a su esperanza.
Tenemos
que dar la cara. Ahora nosotros tenemos que hacernos visibles;
nosotros los que gobernamos, el Gobierno ejecutivo, el gobierno
legislativo; ustedes que ahora son diputados y diputadas, alcaldes,
alcaldesas, gobernadores, gobernadoras.
No
podemos dejarnos secuestrar por las comodidades del palacio, del
despacho, del carro con aire acondicionado. De la vida burguesa.
Tenemos
que sacudirnos eso. Y eso es parte de la autocrítica que debe ser
hacia dentro de nosotros mismos ¡implacable! Porque es muy grande
nuestra responsabilidad. Nosotros no podemos fallarle a la historia y
a la esperanza de un pueblo.”
¡Hasta
la victoria siempre!