Luis Blanco
Hubo una vez un
hombre, más grande en moral que en estatura, nació en una pequeña ciudad al pie
del Guaraira Repano. Sus padres murieron cuando él aún era un niño, y quedó al
cuidado de dos magníficas mujeres: Matea e Hipólita. En su juventud embarcó rumbo
a Europa y sintió inspiración al ver la mítica figura de Napoleón
Bonaparte. Junto a su maestro realizó en el Monte Sacro el juramento que
marcaría su vida…
Al regresar a su patria empezó su
lucha quijotesca, fue expulsado de su país, pero no se rindió… siempre tuvo una
actitud firme. En Haití juntó un grupo de combatientes se dirigió en una barca
a las costas de Cumaná. Desde allí con un morral de sueños cruzó los Andes y
comenzó la liberación de Suramérica: Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú,
Bolivia y Panamá. En su recorrido sintió una anegación de pueblos que lo
apoyaban. Con un pie en el Chimborazo y el otro en el Potosí divisó a la
América unida en una sola nación. La traición, la intriga de sus antiguos
compañeros le hizo renunciar al cargo de Presidente grancolombiano.
Murió a los pocos meses, casi solo,
abandonado, perseguido. Pero su ejemplo ha sido de perseverancia, de entrega.
Su sueño no lo vio con sus propios ojos, pero hoy aquí estamos sus hijos,
millones y millones que luchamos por construir la Patria Grande por la cual Él
sacrificó toda su vida.
Ayer dijo: “he arado en el mar”, hoy
nosotros decimos: “¡Venceremos!”.
Neruda
dijo sobre su persona: “Padre nuestro que estás en la tierra, en el aire, en el
agua…, todo lleva tu nombre Padre en nuestra morada”
El sol de la América está alumbrando
a los pueblos, indicándole en el horizonte el nombre de nuestro Libertador
Simón Bolívar: “El Gigante del Sur”… ¡Despierto cada cien años cuando
despiertan los pueblos!...
¡Has despertado
Padre!, Y junto a ti decimos “Pongamos sin temor la piedra fundamental de la
libertad (y la unión) suramericana ¡Vacilar es perdernos!"